Al final de la entrevista con Sebastián se produce un
choque de intereses: mientras su mánager y primo hermano Chichí Ledesma
lo reta porque no habló del cáncer contra el cual batalla, el cantante
cuartetero dice que la charla estuvo bárbara, que no hizo falta caer en
la tentación de "vender sangre porque siempre hay alguien que la
compra".
Lo concreto es que el creador de Bandido está
entero, con el mejor de los ánimos para afrontar la celebración de sus
35 años con la música, "Voy a hacer una síntesis de los 35 años y quiero reunir a
toda mi gente", revela al comienzo, para inmediatamente tirar un dato
por el que mataría cualquier fetichista de nuestra música regional.
"Conseguí una moto que es réplica de la que usé en la tapa de mi primer
compacto. Y la voy a regalar en el baile. La original era mía, una
Kawasaki, y en Villa María conseguí el mismo modelo. A la original la
busqué por dos agencias pero no tuve suerte", detalla sobre el fierro
que destaca la portada de un disco que grabó en Buenos Aires para la RCA
Victor, una vez cesanteado de Chébere por un faltazo sin aviso de
retorno. "Yo estaba de novio con una chica de Buenos Aires –recuerda–,
muy enamorado. Un domingo a la madrugada bajo del micro de Chébere luego
de actuar en Carlos Paz... Me bajé en La Salchicha Loca, ahí tenía el
departamento, y esta chica estaba en Buenos Aires y ya habían pasado dos
meses sin verla. Así que hice el bolso y me fui a la terminal. Y cuando
llego allá, ella me dice 'Quédate acá, no cantes más'. Y me quedé...
Cada vez que lo veo al Pato (Lugones, líder de Chébere) me dice 'todavía
te estoy esperando'".
Sebastián dice que le hubiera gustado que su celebración hubiera sido
rigurosa en términos de calendario: "Debuté en Unión Eléctrica a fines
de marzo, y no pude hacer el baile hace unos días por la agenda de
todos. Recuerdo que con Chichí teníamos la expectativa de actuar para
mil personas, pero terminamos cortando 6700 entradas".
De ahí en más, la curva sólo fue ascendente. El primer disco Para vos (el de la moto, de 1982) vendió cerca de 700 mil copias, cifra que fue superada meses más tarde por El bandido.
Fueron años de, por lo menos, cuatro bailes semanales, de viernes de
Atenas, sábados de Deportivo con algún trasnoche, y de domingos con
matinés en el Palermo de San Vicente. "Lo bueno de aquellos años es que
logré todo lo que me propuse artísticamente. Fui muy profesional en lo
mío, me esmeraba por cantar bien, por arreglar bien los temas, me vestía
como Michael Jackson", evoca.
¿Y lo malo? "Los amigos ocasionales, a los que me saqué rápido de
encima –contesta–. Había 40 apenas me bajaba del escenario, pero siempre
terminaba yo solo tomando whisky en un bar a las siete de la mañana.
Cuando un tipo se hace popular, tenés que acompañarlo siempre, cuidar de
él, asegurarte de que salga afeitado, maquillado y con ganas de tomar
contacto con la gente".
A su reivindicación del cuarteto de los '80, Sebastián suma que fue
una época dorada, en que todos estaban muy adelantados. "Cualquier tema
de entonces podría sonar ahora con total naturalidad", despacha con
autosuficiencia. Pero su mirada idílica se termina cuando contrapone
calidad artística con frenesí de trabajo. "En un momento me agotó el
movimiento por Córdoba. Por otro lado, el número se te cae; de tanto
verte, la gente se cansa. Así que con el Movidito empecé a trabajar en las provincias. De Ushuaia a La Quiaca", revela.
–¿Cómo hacías para cuidarte la voz con tanto trajín?
–Nada de cigarrillo. Nunca fumé. Y desarrollé una técnica para dormir
la garganta, para no exigirla al hablar. Además, me ayudó tener un buen
sonido con buenos retornos y hacia afuera, y haber aprendido a cantar
con el estómago. Y cuando hacía falta, un decadrón y listo.
–¿Te quedó algo pendiente por hacer?
–Sí, pero creo que estoy a tiempo. Quiero grabar un disco de boleros
para México y Latinoamérica toda. Siento que ahora tengo la suficiente
sabiduría para hacerlo. Lo voy a hacer en el corto plazo. Con respecto a
todo lo demás, si tengo que nacer de nuevo, haría exactamente lo mismo.
–¿Eso incluye a los excesos?
–No me arrepiento de nada. Mi actitud frente a la vida siempre ha
sido muy intensa. Lo que viví de ese modo, tuvo sentido en su momento.
Lavoz
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